A algunos se los nota nerviosos, desconcertados, mirando de reojo a los mayores en la fila. Otros no ocultan su sonrisa de orgullo y anticipación. O incluso su aburrimiento. Vienen casi todos acompañados, con padres, amigos o hermanos mayores. ¿Cuántos más se quedaron en casa, y pasarán a engrosar las filas de los enojados o indiferentes que se abstienen?